Imagen de la Ciudad tomada desde El Mirador
Tanto la leyenda sobre el nacimiento de Palma Soriano, transmitida de generación en generación de palmeros, y algunas informaciones que no se ajustan a la realidad histórica del acontecimiento, han generado distintas versiones sobre la fecha y los hechos relacionados con el surgimiento de este terruño.
Documentos recopilados con paciencia y tesón, la consulta de otros, la búsqueda acuciosa de detalles, abrieron el camino a la verdad histórica, y entre esos exploradores siempre estuvo el máster en ciencias Manuel Oliva Sirgo, Historiador de la Ciudad.
Manuel Oliva en una Conferencia Magistral Impartida hace unos años en la Iglesia Católica
Manolito, como todos llaman a nuestro Historiador, siempre habla con emoción cuando refiere que, antes del surgimiento de la Ciudad, este territorio estaba habitado por aborígenes, una parte de los cuales se asentó en las márgenes del río Cauto o sus afluentes hasta la llegada de los conquistadores españoles.
Con su característico estilo, que cautiva y convence, Oliva Sirgo enfatizó: “Las primeras tierras mercedadas por el cabildo de Santiago de Cuba fueron ocupadas a finales del siglo XVI, dedicadas primero a la crianza de ganado menor. Uno de estos primeros hacendados fue el sacerdote de la Catedral, Juan Cisneros Estrada, quien en 1669, en el Realengo Cauto, fomentó un corral denominado Hacienda Cauto, lugar donde posteriormente surge el núcleo fundacional que es hoy la Ciudad de Palma Soriano.
Otra actividad que florece es el cultivo del tabaco. La siembra de la caña de azúcar fue otro rubro de la región, pues los terratenientes de Santiago de Cuba instalaron numerosos trapiches e ingenios en todo el territorio del Cauto, como fueron La Candelaria de Yarayabo, Hatillo, Cauto Garzón, La Santísima Trinidad de Caney, San José de Niguabo y el Perú, entre otros.
“Otro renglón importante fue el cultivo del café, que penetró en las montañas del territorio con la llegada de los francohaitianos, fomentando cafetales como el de Santa Clara, San Antonio, El Cristal, La Aurora, Guadalupe, La Polina, Marsellesa, La Marsella, Hanrrieta, El Diamante, entre otros, cuyas plantaciones han resistido los embates del tiempo y han llegado hasta nuestros días”.
Las palabras de Oliva Sirgo son convincentes cuando afirma que “la ciudad de Palma Soriano se gestó en torno a la Iglesia de la Virgen del Rosario, en terrenos donados por la señora Rita Josefa de los Llamos y sus hijos Antonio y Domingo Delgado, a la Iglesia Católica en el año 1813, la que años más tarde se convirtió en parroquia y centro de un curato de campo. En 1847 comenzó a denominarse oficialmente Partido de Palma Soriano, derivado de un personaje de la leyenda que se supone fue el origen más remoto de este lugar”. Inicialmente la Iglesia estaba cerca de la esquina de las actuales calles Martí y 26 de Julio.
Es por ello que se toma como fecha del nacimiento de Palma soriano el 12 de marzo de 1813, Ciudad que ahora cumple 210 años de fundada.
Al hablar de Palma Soriano, nuestro tierra del Cauto, debemos hacerlo con ímpetu, viveza y pasión, pero siempre apegados a la verdad histórica.