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Hace varios siglos, Santiago Soriano, descendiente español, adquirió una finca que formaba parte del Ingenio Cauto Garzón, donde construyó su vivienda al lado de una palma, junto al camino real de la Isla a orillas del río Cauto. Aprovechando esta posición geográfica atiende a los viajeros en una mesón, donde les brinda también alojamiento al que lo desee y descanso a los caballos.

La palma real se convirtió en un punto de referencia: «Nos vemos en la palma de Soriano», «descansaremos en la palma de Soriano», «cambiaremos los caballos en la palma de Soriano». De frases como estas surge el nombre del municipio Palma Soriano.

En el territorio que hoy ocupa el municipio de Palma Soriano no se ha comprobado que hayan existido asentamientos aborígenes con evidencia de contactos con los conquistadores españoles.

Algunos historiadores locales han tratado de demostrar que las primeras referencias de los aborígenes y del territorio que habitaron del cacicazgo de Guaimaya se remontan al recorrido que realizó el «adelantado» Diego Velázquez, relacionado en su carta al Rey del 1 de abril de 1514.

La historiografía palmera se nutrió para emitir el anterior enunciado del mapa realizado en el siglo pasado por el historiador y geógrafo José María de la Torre, el cual mal interpretó la relación de Diego Velásquez y estableció arbitrariamente los límites de los cacicazgos sin tener presente la verdadera estadía socioeconómica de los indocubanos.

Alrededor de la parroquia se creó el primer cementerio eclesiástico donde se enterraban solamente a los cristianos previo pago de los derechos, pues anteriormente en Cauto Garzón y dentro de los límites de la finca la Palma de Soriano (hoy esquina que une a las calles 1 de mayo y Máximo Gómez, existió un pequeño campo fúnebre, aunque se habla de otro pequeño campo santo en el ingenio Vega Grande donde se encuentran los actuales filtros del acueducto.

Como la Iglesia solo permitía enterrar en sus terrenos a sus cristianos, los dueños de la finca San Miguel cedieron 500 metros cuadrados de terreno frente al camino real donde se levanta el Hospital Pediátrico y la calle 21. Contaba entonces Palma con dos necrocomios, uno Católico y otro Laico, que funcionaron separadamente hasta 1846 en que, al pasar a manos de las autoridades civiles, fue cerrado el católico.

La Iglesia nueva que tenía 15,5 varas de ancho por 28,5 de largo y techo de tejas estaba dividida internamente en tres anchas y espaciosas naves; con vigas de arquerías pintadas al óleo, tresaltares (doscolaterales y uno en el centro). Tenía además dos piezas grandes para vivienda del cura y un cementerio aledaño de 40varas. (Se refiere a la segunda iglesia construida en el poblado).